🚆 Crítica de la película: Tren a Busan 3: Descubriendo la Península (2025)
Tras la devastadora emotiva película Tren a Busan (2016) y el caos apocalíptico de Península (2020), Tren a Busan 3: Descubriendo la Península ofrece una continuación audaz y apasionante que fusiona el drama humano con un suspense implacable, y finalmente resuelve las preguntas más inquietantes de la franquicia.
Ocho años después del brote, la historia sigue a Soo-min, la hija adulta de Seok-woo, quien regresa en secreto a la península de Corea en busca de supuestos supervivientes del subsuelo y una posible cura enterrada en las ruinas de Busan. Acompañada por un grupo de mercenarios internacionales y un misterioso virólogo, el viaje de Soo-min es tanto físico como emocional, enfrentándose al legado de su padre, los fantasmas del pasado y la monstruosa evolución de los infectados.
El director Yeon Sang-ho crea una atmósfera claustrofóbica e impresionantemente cinematográfica. La tercera película de la trilogía regresa a sus orígenes: intensa acción cuerpo a cuerpo a bordo de un tren de alta velocidad abandonado reconvertido en laboratorio móvil: una escalofriante reminiscencia de la original. Pero también expande el mundo con nuevas facciones, incluyendo una milicia rebelde que venera a los infectados como castigadores divinos y supervivientes que se han adaptado a vivir entre la horda mediante tecnología de camuflaje olfativo.
Los infectados son más rápidos, más inteligentes y están inquietantemente organizados, lo que eleva la tensión a un nivel casi insoportable. Sin embargo, son las decisiones humanas —sacrificios, traiciones, actos de redención— las que siguen siendo el núcleo emocional de la franquicia.

Calificación: 8.4/10
Género: Acción | Suspenso | Terror | Ciencia ficción
Veredicto: Train to Busan 3 es un final potente y trepidante —en parte una épica de supervivencia, en parte un ajuste de cuentas psicológico— y un viaje inolvidable a través de las ruinas de la esperanza y la humanidad.