Mar Muerto (2024): Algunas verdades se hunden. Otras acechan.
Mar Muerto (2024) no es solo un thriller: es un inquietante descenso al dolor, la obsesión y los fantasmas que flotan bajo la superficie. Con una cinematografía impresionante, actuaciones escalofriantes y una historia que te envuelve como una maldición susurrada, esta película es un misterio de lenta evolución que perdura como la sal en la piel.

Dirigida con gélida precisión por Ari Aster, la historia sigue a la Dra. Mira Levin (interpretada por Rebecca Ferguson), una reconocida geóloga que regresa a su Israel natal para investigar un aumento repentino y antinatural de la salinidad y la actividad sísmica cerca del Mar Muerto. Pero la ciencia comienza a desmoronarse cuando emergen unas ruinas sumergidas: una aldea olvidada sin registro, sin nombre, y con una historia violenta que se niega a permanecer enterrada.
Lo que comienza como una investigación ambiental se convierte en una espiral psicológica. Mira empieza a oír voces. Sus sueños se desvanecen en la luz del día. Los lugareños susurran sobre una “maldición de ahogamiento”. Y su hermano distanciado (interpretado por Oscar Isaac) aparece inesperadamente, afirmando saber la verdad tras la desaparición de su padre y el oscuro legado ligado a las antiguas aguas.
El escenario es de una desolación sobrecogedora. Vastas llanuras de sal se extienden infinitamente bajo cielos abrasadores. Tierra agrietada, sumideros derrumbados, santuarios abandonados: todo se convierte en metáforas de la decadencia interior de los personajes. El director de fotografía Greig Fraser convierte el paisaje en un personaje en sí mismo: majestuoso, hostil e incognoscible.
Ferguson es magistral: frágil pero brillante, desvelándose lentamente con cada revelación. Isaac la acompaña con una intensidad serena, su interpretación impregnada de tristeza y sospecha. Su química es electrizante, no romántica, sino desesperada, como dos personas ahogadas en el mismo recuerdo desde ángulos diferentes.
La banda sonora, compuesta por Ben Frost, vibra con tensión —bajas frecuencias, estática, cánticos antiguos— hasta que todo alcanza un clímax impactante y extrañamente poético. El acto final revela no solo una anomalía científica, sino un ajuste de cuentas mitológico. Y cuando Mira finalmente desciende a las ruinas submarinas, lo que encuentra lo cambia todo, incluso a ella misma.
Calificación: 9.1/10 – Hipnótica, desgarradora y profundamente original. Dead Sea es un thriller que rompe con el género, donde la ciencia se encuentra con el folclore, y el silencio habla más fuerte que los gritos. Una película tan hermosa como aterradora.