Sin forma de contactar con ayuda y con las temperaturas cayendo en picado, Jess se encuentra luchando tanto contra los elementos mortales como contra la creciente tensión psicológica de estar sola en el desierto. Los paisajes desolados y nevados de la película acentúan la sensación de aislamiento, dejando a Jess vulnerable tanto a los peligros físicos del entorno como a las inquietantes luchas internas que amenazan su cordura.
Mientras Jess lidia con las brutales condiciones, se enfrenta a alucinaciones aterradoras, su mente comienza a desmoronarse mientras lucha contra el agotamiento y la hipotermia. El terreno cubierto de nieve, una vez sereno y hermoso, se convierte en una fuerza implacable y hostil, que amplifica su sensación de estar atrapada.
La película oscila entre los instintos de supervivencia crudos y la tensión psicológica, creando una experiencia única en la que el público siente que también está luchando contra el entorno frío y opresivo.